Mi bandera

De a poco los hinchas argentinos recuperaron la confianza y al grito de “este jueves cueste lo que cueste” volvieron a hacerse presente en la calle Nikolskaya (peatonal de la Plaza Roja) y durante horas agitaron brazos y banderas alentando a la selección. Y cuando digo horas, son unas siete u ocho.

El público argentino siempre se caracterizó por el fanatismo de su hinchada. Hace cuatro años copamos Río, hoy Moscú. Y no importa el dólar, el FMI, si se robaron todo y no vuelven o si gobiernan para ellos y son unos gatos, nadie es tan argentino como cuando hay un mundial. “Dejando muchas cosas de lado para verte a vos” es una de las frases más cantadas, y es cierto. El viaje es largo, no es barato y el país no está en su mejor momento. Pero el apoyo es incondicional, y el amor por la selección no se perdió.

Debemos ser una especie en investigación, única en el mundo. Cada vez que suena el bombo y entre saltos los hinchas argentinos se juntan a cantar (léase “banderazo”) el resto de los seguidores de distintos países quedan impresionados, y saben que comienza el show. Los argentinos se acercan, saben que no hacer nada es fallarle al que tenés al lado, y los veinte mil, cuarenta, cincuenta mil o millón de argentinos que estén en Rusia se hacen notar. Es ahí cuando el resto saca su celular y los filma, sorprendidos, como si no lo pudieran creer.
Hablé con una chica rusa, llamada Alya de mi misma edad, fanática de fútbol e hincha del CSKA Moscú. La verdad la escuché cantar y pensando que era argentina me acerqué a preguntarle una cosa, y me respondió en inglés. Ella no habla español, pero comenzó a seguir a la Argentina cuando Diego Maradona era su director técnico, allá por el mundial 2010. Más allá de su gusto por nuestros jugadores y nuestra historia, sus hinchas la apasionaron. Estaba ahí parada, en el medio, cerca del pogo y cada tanto grababa algunas canciones. Conoció varios argentinos en Moscú, les pidió que le enseñaran los temas que cantamos, ella los tradujo a su idioma para saber lo que dicen, y aprendió a cantarlos a fonética. No se movió de su lugar y fue espectadora de lujo del banderazo argentino, y en su cuenta de instagram posteo dos videos comentando: “Los argentinos crean una atmósfera. Muy cool”, y sus seguidores se encargaron de reafirmar eso en sus comentarios. La misma cara de sorpresa tienen el resto de los rusos, peruanos, mexicanos, árabes y demás países al vernos todos juntos.



El momento más emotivo es, siempre, cuando se canta o corea el himno. El argentino ama a su país, por lo menos a su selección, más que nadie. No hay uno que no camine con la camiseta o con la bandera colgada por las calles moscovitas.

El cielo tiene los colores de nuestra bandera, y por algo debe ser. Más allá de nuestra soberbia o que Dios sea argentino, de alguna forma todo el mundo mira hacia arriba, y estamos nosotros. Entre el celeste, las nubes y la atenta mirada del sol.

Hoy, en el día de la bandera, tengamosla bien alto. Porque tanto lo mejor como lo peor que tiene nuestro país, son los argentinos. Quedémonos con lo bueno y con estos hermosos colores.

Feliz día, mi bandera.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Primer acto

¡Sorpresa!

La pequeña Niznhy