Tercer acto
La esperanza es lo último que se pierde pero antes de hacerlo estoy seguro de que más de una vez te cuesta encontrarla. Así fueron los días previos al partido con Nigeria, desde la paliza croata estuvimos buscando refugio en goles ajenos que jamás imaginamos. Ni disfrutar una ciudad como San Petersburgo te desconecta del calvario que significaba quedar afuera en primera ronda. Que tampoco era quedar afuera en primera ronda, era sentir vergüenza cuando mirabas a alguien a la cara, como si le hubieses fallado. Llegó el día y la selección enfrentaba a su par africano en un estadio inmenso, como si estuviese planificado, para que no entre ni un alfiler, para que cada argentino pueda entrar aunque sea fingiendo usar una silla de ruedas (ésto pasó de verdad) y nadie se pierda el show. Al igual que a Moscú y Niznhy cuando les tocó recibir a nuestro equipo, el sol contagió con su calor cambiando el pronóstico previo y las nueve de la noche parecían las cinco de la tarde. Pero de otro